Después de 3 meses de clases en linea, con una escuela que nos dió todas las posibilidades y facilidades, decidimos que regresarían en agosto a la escuela.
Nos costó mucho trabajo la decisión pues por un lado queríamos protegerlos de todo tipo de riesgo y por otro no queríamos privarlos de la felicidad que les da ir a la escuela, socializar, etc.
Un día antes de que regresaran, hablamos con ustedes y les explicamos todas las razones de por qué creíamos que no deberían de regresar. Ustedes nos dieron sus puntos y nos compartieron todas sus ganas de regresar. La pandemia había sido dura y morían de ganas de ver a otras personas, de compartir, de ver a sus amigos y de regresar a la vida como la conocían. Les enseñamos que irían a la escuela con tapabocas, con face shield, con acrílicos sobre el escritorio y con un cuadro pintado en el piso de donde no podrían salir y sin salir en ningún momento del día del salón de clases.
Aún así, las ganas que tenían eran más. Y el riesgo que había era mucho menor que el riesgo emocional de ser los únicos del salón que se perderían la oportunidad.
No me arrepiento, han disfrutado el año como nunca. A pesar de todas las limitantes, del exceso de alcohol, de toma de temperatura, de tapete del piso, etc… ha valido 100% la pena.